martes, 5 de mayo de 2009


Nuestro organismo tiene un sistema defensor de evidente importancia. El desarrollo de la vida sobre el planeta Tierra se ha caracterizado por la convivencia con microorganismos que luchan también por el derecho a sobrevivir, aún cuando esa supervivencia dependa de otros seres vivos.
En este sentido, todos compartimos el momento de ser predador o ser la víctima; los virus, en millones de ocasiones, nos han obligado a tomar esta segunda posición.
La historia lo demuestra sin tapujos. Miles de millones de seres humanos han sucumbido a los virus, otras especies también.
En la actualidad, estos microorganismos todavía se encargan de enfermarnos con distintas condiciones que van desde la benigna gripe hasta el letal VIH.
Las noticias de hoy están protagonizadas por un nuevo tipo de estas enfermedades oportunistas y, si no fuera por el exitoso programa de vacunación, todavía muchos niños estarían sin andar por causa del polio.
Pero ahora el mundo lidia con la gripe porcina. Los investigadores tienen bajo la lupa del laboratorio a este nuevo microorganismo en busca de pistas que puedan eliminarlo.
En esta ocasión, científicos del Hospital Infantil de Pensilvania, han descubierto pistas interesantes sobre la forma en que este tipo de influenza afecta a unos organismos y a otros no.
En una pregunta, ¿por qué algunas personas mueren al ser infectadas por algún tipo de gripe y otras no?
El equipo estadounidense ha observado el problema con el sistema de defensa, nuestro propio centro de inmunología se ve comprometido al ser atacado por este virus.
“Es entonces cuando otras infecciones se valen de la oportunidad de un sistema inmunológico débil y enferman aún más al organismo con condiciones como la neumonía”, explicó la doctora Kathleen Sullivan, autora principal del experimento.
“No sabemos muy bien por qué algunas personas son infectadas con el virus y sólo padecen de una simple gripe, sin embargo, otras más pueden hasta morir. Con estos experimentos hemos visto cómo problemas bacteriales sobre problemas virales, comprometen el sistema de defensa y la vida del paciente”.
Los investigadores estudiaron pacientes que estaban saludables antes de ser infectados por el virus de la influenza y desarrollaron un método para medir el nivel de las citoquinas (o citocinas), células que llegan enla primera respuesta del sistema inmunológico.
Los receptores subyugados
Además de las citoquinas, en el sistema de defensa existen unos receptores que dan la alarma a las células soldados para que ataquen al intruso.
Al observar la aparición de citocinas, los investigadores notaron que estos receptores estaban extrañamente callados, no activaban el sistema, como si los intrusos hubiesen desactivado la alarma.
“La disminución de la respuesta de los receptores mantiene al sistema vulnerable.
La influenza viene mutando desde hace siglos, en 1918 tuvimos la primera epidemia, ahora sabemos cómo es que nos paraliza y por eso un cuarto de los niños mueren de infección bacterial y no por el virus”, explicó.
Una respuesta silenciosa de las defensas
Cuando algo extraño entra en nuestro cuerpo, alarmas moleculares se activan y un proceso automático y antiguo comienza a defender nuestra vida.
Pero no siempre ganamos estas batallas, aunque la ciencia ha logrado desarrollar formas de ayudarnos a combatir estos letales y microscópicos depredadores.
Las vacunas han sido uno de los proyectos más exitosos de la medicina moderna frente a los virus, sin embargo, estos microorganismos mutan, cambian y evolucionan, convirtiéndose en un problema mayor para los seres humanos.
Además, hemos observado como los virus saltan de una especie a otra, fortaleciendo su forma de infectar al huésped.
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