Por: Gerardo Castillo Javier.
El Ministerio de Educación de la República Dominicana ha puesto en práctica el programa de Educación Afectivo Sexual (PEAS) desde el 2002 hasta la fecha, con el fin de promover la sexualidad responsable, la igualdad de género y la salud integral en todos los centros educativos del país.
El referido programa es el hito más importante en todo el proceso que, desde la década de los 60 del siglo XX, se ha llevado a cabo en la República Dominicana a los fines de que la educación de la sexualidad sea parte del currículum vigente, fundamentada en una concepción del desarrollo humano que tiene como prioridad la enseñanza de valores, la incorporación de recursos afectivos y comunicativos como punto de partida para generar cambios de actitudes y aceptar la diversidad en la práctica de vida; todo, tal como se plantea en el Programa de Educación Afectivo Sexual Centrado en Valores (2007) «en coherencia con los grandes objetivos de la presente gestión de fortalecer la educación en valores, la calidad de la educación, la equidad y la reducción de riesgos psicosociales».
Según el citado documento del Ministerio de Educación, el Programa de Educación Afectivo Sexual Centrado en Valores, «Tiene sus fundamento en las demandas emanadas de las Cumbres Mundiales del CAIRO, BEIJING, Objetivos y Metas del Milenio entre otras, cuyas recomendaciones definen con claridad el papel de la prevención y de la educación en la promoción de la equidad de género, la igualdad entre los sexos, el respeto de los derechos de los y las adolescentes, la promoción de una conducta responsable frente a la sexualidad, prevención del abuso y la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes, educación no sexista, así como, una mayor asertividad entre las niñas y mujeres».
El proceso que se ha seguido para incorporar la educación de la sexualidad en el currículum educativo dominicano, el citado documento oficial lo sintetiza de la siguiente manera:
• En los años 60 se funda el Instituto Nacional de Educación Sexual (INES), hoy INSAPEC. Institución dedicada al desarrollo de programas de educación sexual a nivel público y privado.
• Durante la siguiente década el Consejo Nacional de Población y Familia (CONAPOFA) y la Secretaría de Estado de Educación y el INES suman fuerzas y ponen en práctica, en tres liceos de la capital un proyecto piloto cuyos resultados serán la base para futuras iniciativas. Y como resultado, a partir del 1978 el Departamento de Orientación y Psicología [incluyó] temas de Educación Sexual en el currículo del nivel primario y secundario.
• En 1979 se puso en circulación la Guía de Educación sexual para adolescentes, resultado de la acción conjunta de varias instituciones bajo la coordinación del Departamento de Orientación y Psicología y base fundamental de los programas de educación sexual para los y las adolescentes de los centros educativos.
• En el 1976 fue enviado a la Universidad del Valle de Guatemala un equipo de docentes para realizar una especialidad que incluía «Educación Sexual Consejería y Desarrollo Humano», como parte de un acuerdo entre la entonces Secretaría de Educación y al Instituto Nacional de Educación Sexual (INES.)
• En el año 1984 es incluida en el pensum de la carrera de Orientación de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) como asignatura obligatoria la educación sexual.
• Durante los años 80 se dio inicio al primer programa de educación sexual sistemático para jóvenes y adolescentes del sector oficial, con el apoyo de la Asociación Pro- Bienestar de la Familia (PROFAMILIA).
• Al inicio del año escolar 1984-1985, la entonces Secretaría de Estado de Educación firmó un convenio con PROFAMILIA para llevar el programa a otros centros educativos e incluir en él a los y las técnicos del Departamento de Orientación y Psicología.
• En 1994 se puso en marcha el Programa de Educación Sexual Integral y Familiar, diseñado por Técnicos/as de la Secretaría de Estado de Educación y Cultura (SEEC), la Asociación Pro-Bienestar de la Familia (PROFAMILIA) y el Instituto de la Familia (IDEFA).
• En 1999 surgieron nuevas iniciativas que propiciaron la integración de la educación de la sexualidad en el currículo y en 1993, la Transformación Curricular sentó las bases incluir la educación sexual en el currículo.
Sin embargo, según se plantea en el documento del Ministerio de Educación denominado «Términos de referencia: Contratación de un consultor/a para el diseño una Propuesta Estratégica para el Fortalecimiento del Programa de Educación Afectivo Sexual, basado en un enfoque integral de Habilidades para la Vida», del 2010, «la tasa de embarazo en adolescentes en el país sigue siendo de las más altas de la región oscilando, según zona geográfica, entre el doce y treinta y siete por ciento». Estas cifras apenas separan a las adolescentes de las adultas.
Por otra parte, y según la misma fuente, el ochenta y dos por ciento de los hogares utiliza el castigo para disciplinar a sus hijos y el cuarenta y nueve por ciento justifica su uso.
¿Y qué ocurre si miramos las cifras nacionales de jóvenes con Sida? Según Magdalena y Morello (2003), «Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) afectan al 15% de adolescentes de 15 a 19 años de edad, quienes adquieren cada año tricomoniasis, Chlamydia, gonorrea o sífilis. La mitad de los casos nuevos del VIH ocurren en jóvenes de 15 a 24 años (...)».
¿Podemos continuar afirmando en los eventos internacionales que hemos avanzado más allá de las participaciones nominales en congresos y talleres, en eventos de salón y etiqueta, cuando los datos fríos y objetivos señalan la necesidad de aplicar con seriedad los programas de prevención de embarazo, de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), el VIH, el Sida y la violencia contra los niños/as y adolescentes en los contextos educativos?
Basta la más simple inspección para confirmar que en la escuela dominicana no se está educando en sexualidad, y que los programas y progresos de que hablan las autoridades de educación son una realidad solo en sus documentos oficiales.
El mejor ejemplo es la carpeta «Hablemos...». Se limita a temas como la menstruación, la identidad, adolescencia, enfermedades de transmisión sexual y sida. Pero no aborda seriamente los temas nodales y de los que depende la vida de los jóvenes en último término. De modo que se puede afirmar que desde el punto de vista de las disposiciones legales y de las ordenanzas; contratos de trabajo y propuestas; acuerdos internacionales y firmas de convenios andamos muy bien. Sin embargo, las cifras sobre la violencia, las enfermedades de transmisión sexual y el creciente porcentaje de embarazo entre las adolescentes dicen que en cuestión de concretizar y accionar aun estamos por nacer.