CHILE, - La llegada a Chile de inmigrantes haitianos, tanto cultural como físicamente distintos a los chilenos, ha encendido el “fósforo” del racismo en un país que históricamente se ha caracterizado por acoger a los extranjeros.
Según estadísticas de la Policía chilena, en este último año han entrado al país cerca de 4.000 haitianos al mes.
Si bien el fenómeno de la inmigración en Chile no es nuevo, el rápido crecimiento de esta comunidad caribeña, de idioma y costumbres diferentes a las del país andino, ha llamado la atención de la sociedad y la oposición política chilenas, que ha aprovechado la situación para atizar el fuego de la discriminación.
El expresidente chileno y posible candidato a un nuevo mandato Sebastián Piñera planteó el mes pasado la necesidad de reformar las leyes de inmigración para facilitar la expulsión de "indeseables".
"Chile debe estar abierto a recibir inmigrantes que aporten al desarrollo, pero debe cerrar absolutamente sus fronteras al narcotráfico, a la delincuencia, al contrabando, al crimen organizado y también a la inmigración ilegal", dijo Piñera.
Para el ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza, ese discurso de la derecha chilena "responde de manera imprudente a cierto cálculo electoral".
"Rotular a la población inmigrante de delictiva o sólo acentuar ese componente es un discurso facilista e imprudente", comentó a Efe Barraza, quien explicó que en ocasiones hay idiosincrasias que pueden "entrar en tensión" pero cuando son "bien procesadas" se convierten en "riqueza" para el país.
La inmigración latinoamericana hacia Chile se ha cuadruplicado desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990. Actualmente, residen en el país 465.300 extranjeros (de una población de 18 millones), el 89,5 % de ellos procedentes de países de la región.
Su próspera economía, su estabilidad social y las múltiples oportunidades laborales han impulsado la creación, entre los latinoamericanos, del 'chilean dream' (el sueño chileno), tal y como en su día existió el 'sueño americano'.
Los inmigrantes que llegan al país tienen entre 15 y 45 años y vienen en busca de oportunidades. "En Chile las personas puede desarrollar sus proyectos de vida y por eso es visto como un país atractivo", explicó el ministro. fuente-efe
Según estadísticas de la Policía chilena, en este último año han entrado al país cerca de 4.000 haitianos al mes.
Si bien el fenómeno de la inmigración en Chile no es nuevo, el rápido crecimiento de esta comunidad caribeña, de idioma y costumbres diferentes a las del país andino, ha llamado la atención de la sociedad y la oposición política chilenas, que ha aprovechado la situación para atizar el fuego de la discriminación.
El expresidente chileno y posible candidato a un nuevo mandato Sebastián Piñera planteó el mes pasado la necesidad de reformar las leyes de inmigración para facilitar la expulsión de "indeseables".
"Chile debe estar abierto a recibir inmigrantes que aporten al desarrollo, pero debe cerrar absolutamente sus fronteras al narcotráfico, a la delincuencia, al contrabando, al crimen organizado y también a la inmigración ilegal", dijo Piñera.
Para el ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza, ese discurso de la derecha chilena "responde de manera imprudente a cierto cálculo electoral".
"Rotular a la población inmigrante de delictiva o sólo acentuar ese componente es un discurso facilista e imprudente", comentó a Efe Barraza, quien explicó que en ocasiones hay idiosincrasias que pueden "entrar en tensión" pero cuando son "bien procesadas" se convierten en "riqueza" para el país.
La inmigración latinoamericana hacia Chile se ha cuadruplicado desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990. Actualmente, residen en el país 465.300 extranjeros (de una población de 18 millones), el 89,5 % de ellos procedentes de países de la región.
Su próspera economía, su estabilidad social y las múltiples oportunidades laborales han impulsado la creación, entre los latinoamericanos, del 'chilean dream' (el sueño chileno), tal y como en su día existió el 'sueño americano'.
Los inmigrantes que llegan al país tienen entre 15 y 45 años y vienen en busca de oportunidades. "En Chile las personas puede desarrollar sus proyectos de vida y por eso es visto como un país atractivo", explicó el ministro. fuente-efe