sábado, 4 de julio de 2015

El pandillero James Olbert, izquierda y parte superior, y el dominicano asesinado Miguel Antonio TorresNUEVA YORK,- Un pandillero de New Jersey fue condenado a 123 años de cárcel por los asesinatos del bodeguero dominicano Miguel Antonio Torres en el 2012 y de un empleado del Departamento de Sanidad en Newark.

El dictamen de un juez de la Corte Superior contra James Olbert, de 19 años, es una de las sentencias más drásticas en la historia de ese tribunal.

Olbert, quien tenía 16 años cuando mató a Torres, pidió disculpas a la viuda del bodeguero dominicano y a los parientes del empleado del Departamento de Sanidad en Newark, Wilfredo Campos, pero luego de la condena salió sonriendo de la corte.

El juez Martin G. Cronin le recriminó al pandillero por ambos crímenes y le recordó que a partir de ahora estará fuera de las calles por el resto de su vida.

La sentencia no permitirá al pandillero pedir libertad condicional nunca.

El bodeguero dominicano Miguel Antonio Torres, tenía 37 años de edad, estaba casado con la señora Teodora viuda Torres y tenía varios hijos e hijas, entre ellos Clarisa Azcona, quien había criado desde niña.

El pandillero ultimó a Torres durante un atraco que perpetró en la bodega JNC en Newark, y que era propiedad de la víctima, junto a un cómplice que ya fue condenado por el robo y homicidio.

"Hemos sufrido bastante, yo y mis hijos caímos en una gran depresión y quería exprimirlo con mis propias manos, porque es un dolor fuerte el que ese asesino ha causado a nuestras vidas", dijo la viuda luego de la condena.

El pandillero comenzó su carrera criminal a los 14 años de edad, cuando comenzó a robar carros, a usar drogas y artículos de valor.

Se le calificaba como uno de los pandilleros más peligrosos en Newark y era miembro de la ganga "The Bloods" (Los Sangrientos).

A pesar de la dura sentencia, la fiscal auxiliar que representó al Ministerio Público no estuvo de acuerdo y le dijo al juez que el pandillero merecía varias cadenas perpetuas por sus crímenes.

Juan Campos, hermano del empleado asesinado por Obert, dijo que "gracias a Dios le aplicaron todo el peso de la ley. Eso era lo que nosotros esperábamos, que le dieran lo máximo y nunca más saldrá a las calles". fuente-internacional
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