SAN JUAN.- Bahamas es el destino caribeño preferido por inversores, famosos y grandes fortunas que buscan añadir una isla a su lista de propiedades inmobiliarias, ya sea en busca de intimidad o para sacar partido de ellas, alquilándolas o con la creación de complejos turísticos.
Aunque las compañías que se dedican a mediar en la compraventa en las islas son muy reticentes a dar información sobre los compradores, de vez en cuando transciende la identidad de alguno de ellos.
Se sabe que, en 2004, después de rodar por territorio bahameño la primera entrega de "Piratas del Caribe", el actor Johnny Depp llegó a pagar 3,6 millones de dólares por hacerse con un cayo de 45 hectáreas.
Según la inmobiliaria especializada The Bahamian Riviera, el actor se ha creado en esa isla todo un "oasis", muy respetuoso con el medioambiente, que en su mayor parte se mantiene con energía solar.
Otros muchos compañeros de profesión han picado en esta tentación, entre ellos Julia Roberts, que en su día explicó que lo que buscaba con esta compra era intimidad y para ello eligió este pequeño país, muy próximo a la costa estadounidense de Florida.
Está compuesto por unas 700 islas y cerca de 10.000 cayos que varían en desarrollo, en tamaño y, por lo tanto, en precio, según la firma canadiense Private Islands, que ofrece terrenos en este archipiélago por precios que oscilan entre 750.000 y 62 millones de dólares.
Eddie Murphy invirtió diez millones de dólares en otra de estas islitas. Tyler Perry se compró 2009 otra para construirse allí una casa de estilo balinés acompañada de varias cabañas para invitados, y Jay-Z, adquirió otra por tres millones para regalársela a Beyoncé en su quinto aniversario de boda.
Pero sin duda el que más provecho parece sacar es el mago David Copperfield, que compro cuatro islas con ánimo inversor: En una de ellas, Musha Cay, levantó un lujoso centro turístico que alquila a precios astronómicos y el resto sirven como área de esparcimiento con gran intimidad.
Se sabe que por sus instalaciones han pasado desde Oprah Winfrey hasta John Travolta, pasado por Sergey Brin, uno de los fundadores de Google, y según se ha publicado, pasar una semana en "la isla privada más privada del mundo" cuesta 325.000 dólares.
Según Private Islands, el actor estadounidense Nicolas Cage "estaba tan desesperado por conseguir intimidad que se compró su propia isla bahamesa", aunque unos años después la vendería por cerca de seis millones de dólares, más del doble de lo que le costó, según All Property Management.
En esta tentación también cayó en su día la cantante colombiana Shakira, que se compró una isla de 700 hectáreas por 16 millones de dólares, con la intención de convertirla en un centro de vacaciones para millonarios.
Sin embargo, según los expertos consultados por Efe, la mayor parte de los propietarios particulares de islas o cayos suelen ser grandes fortunas no tan famosas que prefieren mantenerse en el anonimato.
Tampoco parecen querer ponerlo fácil las propias autoridades de esta antigua colonia británica, que en términos de renta per cápita es el tercer país más rico de América, después de EEUU y Canadá.
Pese a los intentos de Efe por obtener datos oficiales sobre este segmento de su sector inmobiliario, ni el Ministerio de Turismo, ni el Ministerio de Finanzas, ni la Autoridad de Inversiones de Bahamas ofrecieron explicación alguna.
"Bahamas es un área muy popular entre las grandes fortunas y tiene en el mercado increíbles propiedades disponibles para el que las quiera, y pueda, comprar", dijo a Efe Nicole Edwards, directora de operaciones de Private Islands.
Ello se debe a que goza de buena imagen en cuanto a seguridad y discreción, tiene un atractivo régimen fiscal para la inversión extranjera y está muy cerca de EEUU, lo que infunde confianza.
"La idea de tener una isla privada es la fantasía de mucha gente: es como tener un viñedo, y ese es el tipo de personas que puede adquirir lugares como este", dijo en ese mismo sentido a Efe Margaret Peña Juvelier, presidenta de Sotheby's International Realty en Puerto Rico.
Según la Autoridad de Inversiones de Bahamas, la proximidad del archipiélago a EEUU y "la intimidad y el anonimato del que se puede disfrutar en Bahamas han hecho que nuestras islas sean un oasis para las personas que desean tener un segundo hogar, lejos de casa"
Aunque las compañías que se dedican a mediar en la compraventa en las islas son muy reticentes a dar información sobre los compradores, de vez en cuando transciende la identidad de alguno de ellos.
Se sabe que, en 2004, después de rodar por territorio bahameño la primera entrega de "Piratas del Caribe", el actor Johnny Depp llegó a pagar 3,6 millones de dólares por hacerse con un cayo de 45 hectáreas.
Según la inmobiliaria especializada The Bahamian Riviera, el actor se ha creado en esa isla todo un "oasis", muy respetuoso con el medioambiente, que en su mayor parte se mantiene con energía solar.
Otros muchos compañeros de profesión han picado en esta tentación, entre ellos Julia Roberts, que en su día explicó que lo que buscaba con esta compra era intimidad y para ello eligió este pequeño país, muy próximo a la costa estadounidense de Florida.
Está compuesto por unas 700 islas y cerca de 10.000 cayos que varían en desarrollo, en tamaño y, por lo tanto, en precio, según la firma canadiense Private Islands, que ofrece terrenos en este archipiélago por precios que oscilan entre 750.000 y 62 millones de dólares.
Eddie Murphy invirtió diez millones de dólares en otra de estas islitas. Tyler Perry se compró 2009 otra para construirse allí una casa de estilo balinés acompañada de varias cabañas para invitados, y Jay-Z, adquirió otra por tres millones para regalársela a Beyoncé en su quinto aniversario de boda.
Pero sin duda el que más provecho parece sacar es el mago David Copperfield, que compro cuatro islas con ánimo inversor: En una de ellas, Musha Cay, levantó un lujoso centro turístico que alquila a precios astronómicos y el resto sirven como área de esparcimiento con gran intimidad.
Se sabe que por sus instalaciones han pasado desde Oprah Winfrey hasta John Travolta, pasado por Sergey Brin, uno de los fundadores de Google, y según se ha publicado, pasar una semana en "la isla privada más privada del mundo" cuesta 325.000 dólares.
Según Private Islands, el actor estadounidense Nicolas Cage "estaba tan desesperado por conseguir intimidad que se compró su propia isla bahamesa", aunque unos años después la vendería por cerca de seis millones de dólares, más del doble de lo que le costó, según All Property Management.
En esta tentación también cayó en su día la cantante colombiana Shakira, que se compró una isla de 700 hectáreas por 16 millones de dólares, con la intención de convertirla en un centro de vacaciones para millonarios.
Sin embargo, según los expertos consultados por Efe, la mayor parte de los propietarios particulares de islas o cayos suelen ser grandes fortunas no tan famosas que prefieren mantenerse en el anonimato.
Tampoco parecen querer ponerlo fácil las propias autoridades de esta antigua colonia británica, que en términos de renta per cápita es el tercer país más rico de América, después de EEUU y Canadá.
Pese a los intentos de Efe por obtener datos oficiales sobre este segmento de su sector inmobiliario, ni el Ministerio de Turismo, ni el Ministerio de Finanzas, ni la Autoridad de Inversiones de Bahamas ofrecieron explicación alguna.
"Bahamas es un área muy popular entre las grandes fortunas y tiene en el mercado increíbles propiedades disponibles para el que las quiera, y pueda, comprar", dijo a Efe Nicole Edwards, directora de operaciones de Private Islands.
Ello se debe a que goza de buena imagen en cuanto a seguridad y discreción, tiene un atractivo régimen fiscal para la inversión extranjera y está muy cerca de EEUU, lo que infunde confianza.
"La idea de tener una isla privada es la fantasía de mucha gente: es como tener un viñedo, y ese es el tipo de personas que puede adquirir lugares como este", dijo en ese mismo sentido a Efe Margaret Peña Juvelier, presidenta de Sotheby's International Realty en Puerto Rico.
Según la Autoridad de Inversiones de Bahamas, la proximidad del archipiélago a EEUU y "la intimidad y el anonimato del que se puede disfrutar en Bahamas han hecho que nuestras islas sean un oasis para las personas que desean tener un segundo hogar, lejos de casa"